Mi nombre es Betiana y hace 4 años, en plena pandemia, me empezó a preocupar que mi perro Noa (que en ese momento tenía 7 años)  ya no quería comer su “alimento balanceado”.  Siempre me había costado lograr que lo comiera, pero últimamente la situación se había vuelto insostenible. Las croquetas ultra procesadas simplemente no le gustaban, y siendo sincera, a mí tampoco me convencían.

En esa búsqueda algo desesperada por mejorar su alimentación, conocí a una nutricionista veterinaria que me acompañó en el proceso. Así fue como descubrí la dieta BARF: fresca, natural y pensada de verdad para sus necesidades. Comprendí que para mantenerlo saludable debía regresar a los orígenes, tal como se alimentaban sus ancestros.

Desde entonces, Noa no solo volvió a disfrutar de la comida (¡algo que no pasaba hacía rato!), sino que su salud mejoró muchísimo: bajó de peso, su pelaje cambió por completo (¡chau problemas en la piel!) y recuperó esas ganas de jugar y estar activo.

Con el tiempo, varias personas me empezaron a decir que también querían alimentar mejor a sus animales, pero no tenían el tiempo o la info necesaria para preparar las viandas en casa. Y así, casi sin darme cuenta, nació este proyecto.

El nombre Soy Carnívoro refleja lo que ellos realmente son: animales carnívoros que necesitan proteína de origen animal para estar sanos y felices.

 

“La comida representa una de las formas más potentes de construir o destruir la salud de nuestros compañeros ( y de nosotros mismos); puede curar o dañar”.